Fue hace cosa de un mes, cuando subimos a un avión desde la belga Charleroi, y los funcionarios del aeropuerto homónimo nos hicieron saber su opinión sobre el reparto de peso en el equipaje facturado, opinión que no compartíamos en absoluto, así que una vez más nos hicieron un poco la puñeta, como viene siendo sana costumbre suya.
El último atardecer. |
Que no está muerto lo que yace eternamente... |
Pero aquí estoy de nuevo. Esta vez más solo que Laguna, escribiendo con dificultad en un traqueteante autobús que me lleva desde el Aeropuerto a la estación de tren. La frialdad de los locales no ha cambiado ni un ápice, sin embargo algo me sorprendió colgando entre cirros dispersos. Un sol dorado, colgando como un jamón en medio de un cielo azul claro. Extraño, sí. Quizás es éste el celebrado Sol de Utrecht, que por ventura viene a despedirse de mis orejas. Sólo que por esta vez soy yo el que hace mutis por el foro, y no él.