jueves, 15 de marzo de 2012

Idem

Hoy es uno de esos días en los que levantas un pie de la cama y maldices porque es el izquierdo, y no es que yo crea en las supersticiones ni cosas de esas, era simplemente una metáfora; te levantas media hora tarde de lo que tenías planeado, el fregadero está lleno de platos sucios y tienes un hambre de mil demonios pero gana ninguna de ponerte con el desayuno, entre otras cosas.

Pero sin embargo salí a la calle pues me tocaban cuatro interminables horas de Dinámica del Manto Terrestre, que, aunque sea una asignatura que me gusta muchísimo, cuatro horas son cuatro horas, oiga. Pero el hecho en sí, el hecho físico de salir a la calle tuvo un efecto inmediato en mí, algo había cambiado, algo era diferente por primera vez en mucho tiempo. Como muchos lectores habrán imaginado ya a estas alturas, sí, era el sol, efectivamente.

Era raro extrañar las sombras
sobre el verde.
La luz era oblicua, elíptica y despertaba algo en la roca y la hierba, era muy distinto de la difusa y confusa luz de un cielo encapotado que ha perdido la poesía. Los rayos del Sol de Utrecht por una vez radiaron en un cielo azul y calentaron el verdor y la piel fría de los holandeses y la de un servidor.
Pedaleé en mi bicicleta en mangas de camisa, feliz como una libélula en una corriente de aire ascendente, atravesando a velocidad pasmosa un paisaje que se me antojaba completamente nuevo, pues era en verdad como recorrer aquellas calles por primera vez bajo esa nueva luz vital.

Tres soles de mentira
frente a uno de verdad
Llegué a la facultad, la cual también parecía otra a pesar de lo hortera y el mal gusto de sus arquitectos, y el profesor de Dynamics of the Earth Mantle, que se llama Wim, parecía también muy entusiasmado por el repentino y agradable cambio en la climatología, y a pesar de que la clase duraba hasta las cinco de la tarde, nos prometió que saldríamos antes si nosotros le prometíamos a él que haríamos buen uso de ese tiempo libre y aprovechábamos aquella soleada tarde. Por Júpiter que me cae bien este compadre.

Kvothe
Efectivamente, a las tres y media el hombre dijo que ya teníamos aprendida suficiente termodinámica y nos echó prácticamente a la calle, y por mi parte, que la idea me había seducido bastante, me dispuse a hacer un poco la fotosíntesis de espaldas al horroroso edificio Minnaert y de cara a un Sol que ya ni era calvinista ni hereje, era un Sol digno de la fusión, un Sol de macetilla como el que más, de los que da gusto echarse una siesta en un baño del mismo.
Sin manos
De modo que leí, mientras oía cómo las grajillas se llamaban unas a otras y revoloteaban por doquier, emulando a sus primos, los cuervos.
Tras media hora que fue para mí y los fotones, decidí volver a casa y retornar a mis quehaceres, así que monté en mi metálico y verde corcel, y volví a recorrer la senda roja que me separaba del nido, y me maravillé ante el cambio drástico que efectuaba la luz del Sol, y cómo las sombras de los árboles lamían el suelo y aquello era hermoso de verdad.
El nido
Vuestras mercedes se preguntarán ''si tanto le emociona el Sol, ¿por qué siempre se va a países donde carecen del mismo?''. Ya me gustaría a mí saberlo, pero precisamente ese hecho hace que días como éste se valoren más.

Y eso, malandrines es por lo que nombro esta entrada ''Idem'', porque por vez primera, el Sol de Utrecht hace honor a su nombre. A más ver.




martes, 13 de marzo de 2012

Aard

Mucho ha llovido desde la última vez que narrar por aquí las tribulaciones de un español en Flandes.
Huelga decir que las cosas no han cambiado demasiado desde la última actualización, el clima sigue igual de puñetero, los holandeses siguen hablando raro y las placas siguen flotando sobre la litosfera.

Tuve mi primer examen, en un aula llamada Aard-Groot, que aunque a más de uno y más de dos le suene a Godzilla siendo castrado en una fábrica de motosierras, significa Tierra-Grande. Me explico, llamaron Tierra al aula porque es la facultad de ciencias de la Tierra (se quebraron el melón, sí) y grande porque la jodida es gigantesca, pero no de una manera que cualquier persona normal se imaginaría, es decir, tiene la planta de una clase normal, incluso puede que más pequeña, pero cerca de tres pisos de altura (que sí, que no ''ensajero'') tres jodidos y flamencos pisos de ladrillo visto con agujeros y el mismo sentido de la estética que un kleenex usado.

Pero ay, las úlceras esperan en cada esquina con la intención de, a la mínima, echarte el guante y buscarte las cosquillas. Resulta que de todos los caseros entre los cuales podía optar, he dado con el que es masajista, esotérico, apostólico y, lo que es peor, cree y predica la teoría de la Tierra Hueca, combinando esta última con episodos de Fringe e historias de la dimensión desconocida (tomados todos como tesis doctorales de reconocimiento internacional), todo esto aderezado con un poco de fantasía épica (que mencionó elfos y todo).
Bueno, yo no digo nada, el hombre es buena gente y ahí está tanto a la hora de necesidad como regalándote una botella de vino que no le gusta y le han dado, pero madre mía.

Y aquí viene el amostazado discurso del insoportable redactor (un servidor).
Me costó aguantarme la risa, por Júpiter que me costó mantener la compostura y convertir mi respuesta en un mero escepticismo y un apelar a las evidencias científicas de por qué la Tierra funciona como funciona y, salvo que alguien me demuestre lo contrario, creo a las matemáticas y al Etna, qué quieren ustedes que les diga.
Mi casero me dijo entonces que había que pensar fuera de la caja (think outside the box) y todas esas cosas que se nos dicen y estoy de acuerdo. Hay que pensar fuera de la caja, y eso se aplica a teorías no demostradas, yo quiero pensar fuera de la caja con todo el asunto de la materia oscura y la energía oscura, la teoría MOND y toda la pesca, de verdad que lo entiendo y me parece todo magnífico porque, al fin y al cabo, no sabemos un carajo de porqué las galaxias giran como giran (y eso lo he visto con mis propios ojos en prácticas de Cosmología), lo veo, me parece raro y acepto que no tenemos ni pajolera idea y para que cuadren las cuentas ahí está la energía oscura para resolvernos el brete.

La costa del mar Saknussem 
Pero, malandrines, no me convencen de ésta. ¿La Tierra hueca? Mira que hay ficción (la cual me encanta, oiga, no se me confundan) en la que se hace referencia a una Tierra hueca, nido de antiguas civilizaciones, como Viaje al Centro de La Tierra del celebérrimo Julio Verne (Y su respectiva y magnífica película de 1959, dirigida por Henry Levin), La Narración de Arthur Gordon Pym de Nanucket de Edgar Allan Poe (y sus secuelas, La Esfinge de los Hielos de Verne y En las Montañas de la Locura de Lovecraft), En el corazón de la Tierra de Edgar Rice Burroughs e incluso un cómic (el cual por cierto, también poseo) que se llama Las Tierras Huecas de Mike Mignola, todo muy interesante, visual y por supuesto entretenido, pero es que estamos hablando de eso, de entretenimiento, de diversión.

Pero la cosa va más allá.
Con el espiritu curioso e indignado, decidí investigar el asunto (re-investigar, realmente, pues una vez hice referencia a la pseudociencia intraterrestre en una exposición) y descubri que hay (ojo, que la hay, no que la había) una Sociedad de La Tierra Hueca. O sea, que hay un grupo de andobas que no sólo se lo tragan (que a saber) sino que encima se dedican a predicarlo. Pero la cosa todavía da para más.
Había un vídeo de un congreso en Barcelona llamado ''Ciencia y Espíritu'' en el cual un caballero de cuyo nombre ni puedo ni quiero acordarme (búsquenlo vuestras mercedes si gustan, pero están avisados) daba una conferencia sobre la Tierra Hueca en todo su esplendor (Como siempre en este tipo de personajes, parloteando mucho y no diciendo casi nada), primero poniendo a parir a Estados Unidos y su sistema de clasificar documentos (Que lo hacen, sí, pero no vale lo de ''yo tengo razón pero mis pruebas me las ha confiscado el FBI'', vamos hombre, que eso es el equivalente a ''Mi perro se ha comido mis deberes'') y luego desmontando descaradamente el geomagnetismo diciendo que el mecanismo del escudo magnético terrestre y la consecuente formación de auroras boreales no es más que una burda patraña de la comunidad científica con el fin de ocultar que esos resplandores son correspondientes al Sol Interior que hay en el centro de la Tierra Hueca y cuyos rayos asoman por las aberturas polares y se refleja y refracta en la atmósfera.
Confieso que tuve que parar el video para no sé muy bien qué, no sabía si reírme o llorar, o llorar de la risa.
Pero es que el vídeo continuaba.
Este señor empezó a echar sapos y culebras por la boca a costa del pobre dr. Michael C. Malin. El doctor Malin es el responsable de una de las bases americanas en el polo norte y de todo el programa de sondas a Marte (desde la Mars Pathfinder, en el 97). En fin, que este hombre era un cabrón porque estaba encubriendo las fotos de las aberturas polares y que se dedicaba a photoshopear (ojo, que esto acojona) las fotos de Marte para mostrar un mundo desértico cuando ellos saben perfectamente que hay muchísimas fotos de OVNIs, marcianos y váyase usted a saber qué.

Bueno, poco más que decir al respecto. Sólo una última reflexión, si cuento con el permiso de vuestras mercedes, y es la siguiente; Una de estas personas te diría ''La habitación está llena de dragones'' y uno diría ''yo no veo ningún dragón'', entonces te contestarían ''¡Claro que no los ves, tonto! ¡Siempre lo mismo, si no lo veo o lo mido, no existe! ¡Los dragones son invisibles!''.
No tengo más que añadir.

Saludos a todos desde una tierra de locos.

jueves, 1 de marzo de 2012

Aquel ¡BUM! que acojonó a medio Overvecht

No uno, sino dos, pinchazos (en la bici, se entiende) han sido mis dos grandes lastres estos últimos días.
Sucedió poco antes de que tuviésemos que ir al consulado general en Ámsterdam (y posterior excursión a Leiden), que la rueda delantera de mi bicicleta estaba más floja que la molleja de un burro. Maldición.
Amsterdam
Afortunadamente, mi casero y compañero se ofreció a ayudarme con el arreglo y muy amablemente consiguió solventar el asunto. Lo malo vino al día siguiente, cuando resulta que la rueda trasera de la bicicleta es ahora la que tenía la misma consistencia que una uva pasa. En éstas que me arremangué y dije ''esto lo hago yo en un pispás''. No me queda nada a mí, el pinchazo tenía el tamaño de una huella dactilar y forma de estrella, como por una explosión interior. Cágate lorito. Me pongo manos a la obra, las manos llenas de mierda y pegamento, la humedad ambiental tapoco ayuda demasiado pero al fin consigo pegar el dichoso parche y colocar la cámara bajo el neumático. Tras esto lo dejo reposar un poco y me dispongo a inflar.
Tras unas cuantas tiradas de bombín me doy cuenta de que hay una burbuja de hule del tamaño de una mandarina asomando por un lateral del neumático como si de un agresivo tumor se tratase.
Presa del pánico, me dispuse a intentar no dañarlo pues sería el fin de la cámara de aire. Con cuidado, despacito, giro un poco la rueda para tener accesible la boquilla... ¡¡¡KABOOOOM!!! La jodí.
Ahora tengo otro agujero más.
Mira, que le den, a cambiar la rueda entera y a otra cosa.

Por otro lado, tengo muchísimo trabajo entre prácticas, deberes, estudio y demás asuntos, pero al fin parece que las cosas que estudio dejan de ser entes abstractos que nunca me salvarán la vida. Al fin se ve que tanta fórmula y tanto dibujo incomprensiblemente intrincado son algo real y tangible. Y eso no tiene precio.
Y ya que estamos con ello y tengo foto que viene al caso, os presento mi taza (sí, ahora me ha dado por coleccionar tazas) preferida. De diseño muy de la dinastía de Durin, me acompaña en largas horas de estudio y desesperación. Otro día enseñaré el resto de la colección.

Actualización de las 12:23
Efectuado el cambio de cámara y de paso también de neumático (porque el anterior estaba ya leproso), tengo de nuevo la bicicleta arreglada y en perfecto funcionamiento. He aprovechado para hacer una foto del agujero de la cámara de aire.

¡Pardiez!
Por lo tanto, procedo a etiquetar esta entrada también como albricias, puesto que no sólo he recuperado mi bicicleta, sino que además lo he hecho yo con mis propias manos. Y eso tampoco tiene precio.